—Hanny, yo.... no quería.... Lo siento.
El dolor se volvía a cada momento más insoportable, tanto que quise gritar, pero solo estiré con esfuerzo una mano hacía Sean.
—Sean...
Él se alejó dos pasos de mí, nervioso.
—Hannah, perdón...
Dejé caer la mano y, apoyándome en los codos, intenté levantarme por mi cuenta. Emití un quejido mientras sudaba frío, ahora ya me había olvidado de todo, de mis sentimientos heridos e incluso de mi miedo a Sean, mi mente estaba paralizada en una sola preocupación: ese bebé.
—Sean... —repetí, buscando su ayuda.
Necesitaba ir a un hospital, asegurarme de que nada grave le ocurriera al bebé dentro de mí, pero no podía salir de allí por mi cuenta.
—No puedo, Hannah.
Con conmoción, lo observé pasarse una mano por el cabello y mirar en torno, antes de enfocarse en las llaves de su auto en la entrada. Las tomó, junto a su chaqueta. Pasó a mi lado, negándose a verme.
—Espero lo logres —dijo abriendo la puerta y yéndose deprisa, dejándome sola.
Aunque el dolor ape