Me levanté con sumo cuidado del piso, mirando el rostro sonrojado de Sean, de pie en la puerta. Estaba ebrio, perdido totalmente.
—F-fui a buscarte al trabajo —me costaba hablar.
Sean medio sonrió, irónico. Alzó la bolsa con cervezas a la vez que levantaba una ceja.
—Fui despedido, ¿ya lo olvidaste? Tu marido me mandó a la calle.
Apreté los labios, recordando que eso había pasado, incluso yo estaba allí cuando Adam despidió a Sean. Pero la ansiedad por verlo y saber sobre esas fotos había nublado mis recuerdos.
—Es cierto...
—No le bastó con arrebatarme a mi novia, ¿verdad? Lo quiere todo de mí —dijo amargamente, dando un tambaleante paso al interior de la habitación.
Un paso que yo retrocedí, y que por accidente me llevó a pisar los documentos que había esparcido en todo el piso a causa de mi desesperación ciega. Los papeles crujieron bajo mis pies, atrayendo la difícil atención de Sean.
Miró las fotos, luego frunció el ceño, pero terminó sonriendo.
—Ya veo, estás aquí por esto. Pensé