Hacernos la idea de que seríamos papás nuevamente fue muy diferente a la primera vez. Esta vez superamos la impresión rápido e inmediatamente pasamos a la emoción, la expectación y una dicha creciente. Apenas al día siguiente de nuestra llegada a esa finca en Otricoli, Italia, Adam salió y regresó con una doctora especializada. Ella y mi esposo se comunicaron en un fluido italiano con un tono muy familiar, antes de pedir privacidad para que me examinara.
—Soy Gia, Adam y yo somos familiares —me dijo ella sonriendo y sacando su equipo—. Es mi primo.
La miré desde la cama con impresión, recordando que Dominic tenía firmes raíces italianas, mientras que su exmujer, Miranda, pertenecía a una prestigiosa estirpe de sangre inglesa. Ambos tenían excelentes posiciones, y no me extrañaría que esta nueva mujer también.
—Me alegra conocerte, Gia. Soy Hannah. Veo que mi marido y tú son muy cercanos —le sonreí de manera amigable.
Ella se encogió de hombros, preparándose para el examen.
—Él pasó par