Apreté los párpados y cerré con fuerza los dientes, ardiendo de ira por dentro, pero aún estremeciéndome. Las cosas que acababa de decirme hicieron que mi cabeza hirviera. Sus amenazas para que me callara todo lo que me había hecho, ¿iba a tomarlas en serio? ¿Iba a guardarme todo eso para mí, con tal de que mi esposo no enloqueciera y Dominic Baker no enfureciera?
¿De verdad le dejaría manejarme a su antojo, así como lo había hecho Sean? Apenas acababa de quitarme a mi ex de encima; ahora no sabía dónde estaba, pero agradecía que hubiese desaparecido. Entonces, ¿volvería a lo mismo, pero esta vez a manos de un tipo más cruel como Israel? ¿Me callaría su visita, con tal de no enfrentar el desastre que mi esposo causaría?
La idea de soportar de nuevo el ciclo de amenazas me pareció dolorosamente patetico. Y en medio del remolino de odio y recriminación que inundaba mi mente, recordé algo que Adam me había dicho: Yo siempre me encargaré de resolverlo todo, amor; tú solo tienes que vivir