Pensé que ese hombre se opondría a la cláusula que su mismo equipo de abogados redactó al casarnos, imaginé que pelearíamos por ello y buscaría la forma de negarme el derecho a esa relación abierta; incluso estaba lista para acudir con un buen abogado y presionarlo.
Pero no hizo falta hacer nada de eso. Adam se comportó extrañamente comprensivo y aceptó de forma sospechosa que yo me viera con otros hombres. Solo unos días después de decirle que pensaba hacer uso de esa cláusula, así como él lo había hecho al besarse y casi acostarse con Alexandra, volvimos a retomar el tema.
—Voy a salir esta noche —le informé cuando llegó del trabajo—. Llegaré tarde.
Ya me había arreglado pulcramente; iba en vestido, tacones y maquillada para pasar la noche en un club. El mismo club al que Nathan me había llevado una vez.
—¿En verdad lo harás, Hannah? —me preguntó directamente, repasando mi aspecto con enfado y reprobación.
Asentí sin culpa, y le sonreí.
—Tú mismo me diste ese derecho al casarnos, ¿n