Mi elección de no tener sexo con él no le agradó para nada a mi marido. Le molestó que le privara del sexo y, aún peor, creyó que lo hacía por otros motivos. Sus celos, que crecían dentro de él a fuego lento y contenido, solo esperando hallar una razón para explotar o razones suficientes para apagarse, le hicieron volverse aún más posesivo conmigo; al grado de supervisar cualquiera de mis salidas de la casa y los lugares que visitaba. John había sembrado la duda y la inseguridad en mi esposo, tal como Israel quiso hacer.
Respecto a John, fue demandado por la empresa de Adam con una lista larga de delitos y, aparte de perder su licencia de derecho, estaba en una prisión federal esperando una larga sentencia; mientras tanto, Sabine se había enterado de alguna forma y había dejado el país, llevándose a su hija con ella. La prensa no tardó en enterarse del caso y la noticia del abogado corrupto que, lejos de querer proteger los bienes de Adam Baker, planeaba quitárselos junto a su exmujer,