Isabel llevaba un hermoso vestido blanco que realzaba su elegancia. Caminó con gracia, mostrando la sonrisa que consideraba perfecta.
—Hola, hermano. —saludó.
—Isabel, —Eloy sonrió con ternura, acariciando la cabeza de su hermana—. Ven, te presento a señor Martínez.
—¿Señor Martínez? —Isabel mostró un poco de confusión, inclinando la cabeza.
—Es tu ídolo. —Eloy sabía que a los hombres les gustaba ser admirados y se había tomado el tiempo de investigar sobre Diego—. Mi hermana es un poco joven y algo inmadura, espero que no le moleste, señor Martínez.
—¿Tu hermana tiene más de veinte años? —Diego no mostraba ninguna emoción—. ¿Todavía es joven? ¿Inmadura?
Las palabras de Eloy eran humildes, pero al ser repetidas por Diego, sonaban despectivas.
Isabel, al observar a Diego de cerca, sentía que su corazón de adolescente latía descontroladamente. A pesar de la seriedad en su expresión, para ella, él era irresistiblemente atractivo.
—Lo siento, señor Martínez, en realidad no soy tan joven, p