El domingo no tuvo que madrugar y tampoco tenía intenciones de salir de la cama, pero sabía que desanimarse sería como rendirse. No era momento de tirar la toalla cuando ni siquiera había comenzado la verdadera lucha.
Estuvo media hora sentada en la cama, retardando el momento de despojarse de las sábanas.
Finalmente lo hizo, aunque la pereza invadía cada parte de su ser. Caminó como un zombie hasta el baño, cerró la puerta con movimientos lentos y se miró al espejo, aferrada al lavabo. Se decía a sí misma que dejarse ver débil era lo mismo que darle la victoria a Marcus. Apretó los puños con fuerza y dibujó una sonrisa ligera en el rostro.
—No puedo rendirme tan fácil. Máximo, Lily y Liam son mi motivación para hacer lo que sea por escapar de aquí —pronunció con firmeza, adornando su voz con la determinación de resistir.
Después de ducharse y arreglarse, eligió un bonito vestido de flores y decidió dejar su cabello suelto, con ondas que caían sobre su espalda, dándole un aspecto más