El tiempo pasó, y Maximilian, tras enfrentar caídas y desánimos debido a su estado, finalmente logró recuperarse. Ya no tendría que estar atado a una silla de ruedas. En la compañía corría el rumor de que la ausencia del director ejecutivo se debía a una enfermedad, lo que encendió las alarmas entre el personal, inquietos por la dirección de la empresa. Lo que no sabían era que Maximilian, más fuerte que nunca, se estaba preparando para su gran regreso.
Se paró frente al espejo de cuerpo completo, observando su figura de pies a cabeza. Con una mirada desafiante, se sentía el dueño del mundo, consciente de su poder. Sus ojos azulados estaban inyectados de determinación y una sonrisa segura se dibujó en su rostro.
—Sabrán todos quién manda. Están por ver mi gran regreso; tendrán que cerrar la boca.
Joseph, que lo había estado observando incluso cuando Maximilian le exigió que se fuera, no pudo evitar reír.
—Amigo, creí que tu corazón de piedra se había ablandado, pero veo que sigues s