Meses después...
Amelia se ocultó tras la puerta de madera de cerezo oscuro aguzó el oído tratando de escuchar un poco más, en ese momento su respiración se había entorpecido y su corazón latía con desafuero total y es que ella no quería ser descubierta pero al mismo tiempo quería descubrir que era lo que estaba ocurriendo.
—¡Non avresti dovuto mettere le tue sporche mani sui miei uomini! (No debiste poner tus sucias manos en mis hombres —gritó Marcus y a continuación se escucharon golpes y quejidos seguidos, ella se tapó la boca y ahogó un grito al escuchar aquel disparo seguido de maldiciones.
Se apresuró en irse de allí y entró a la habitación asustada, cubriéndose por completo debajo de aquellas cobijas. No podía creer que su padre realmente era alguien de temer.
¡Había escuchado aquel disparo, no estaba loca!
—Mi padre es un asesino — pronunció paralizada seguido de espasmos que no se detenían.
Nunca antes se sintió tan temerosa que ahora. ¿Y si había sido una completa