Durante el trayecto, se sintió llena de temores que nunca había experimentado antes y pensó que había sido demasiado confiada al poner todas sus esperanzas en manos de unos desconocidos a quienes nunca había visto en su vida. El auto lujoso en el que era llevada, a quién sabe dónde, había puesto en marcha casi una hora atrás, y todavía no llegaban a su destino. Fue en ese momento cuando se preguntó en su interior cuánto más tendrían que manejar y cuánto faltaba para llegar.
—¿Puedo hacerles una pregunta? —se dirigió a uno de los hombres que la había abordado a la salida del hotel. Ella todavía no sabía el nombre de ninguno de los dos, y algo la detenía a inquirir al respecto, como si ellos, al no decir sus nombres al principio, quisieran mantener el anonimato. Era una conclusión a la que había llegado y por eso no se animó a preguntarles.
—Adelante.
—¿Falta demasiado para llegar?
—No, de hecho, ya estamos casi cerca —aseguró el hombre de pocas palabras. Ella asintió con la cabeza y vo