Sofía no avisó. Solamente se presentó en la empresa de William.
Sentía que su vida se había ido por un barranco. Así que pensó que quizás era el momento de hacer algo por rescatar su matrimonio, ahora que había sido destituida de su cargo y tenía más tiempo libre para invertir en su familia.
El sonido de sus tacones resonó en el pasillo de la empresa que tanto había visitado en años pasados. Nadie la detuvo. Nadie osó frenarla. Todos sabían quién era ella. La esposa del CEO.
Abrió la puerta de la oficina sin tocar. Sin pedir permiso, porque sentía que no lo necesitaba.
Y entonces el mundo se detuvo y su vida terminó de derrumbarse. Todo se vino abajo. Ya no quedaba nada que rescatar.
—¡William! —gritó con el corazón dolido.
El hombre con el que compartió once años de noviazgo estaba de espaldas, su camisa desabotonada, mientras su cuerpo se entrelazaba con otro hombre.
El individuo era más joven, moreno, atlético. Se apartó de inmediato, visiblemente nervioso, intentando abrocharse