—Es posible que la paciente no despierte jamás…El rostro impasible de Nicolás Davies no mostró ninguna emoción ante las palabras del médico. Cualquier otro hombre en su posición se hubiera mostrado afectado, después de todo era su esposa de quien estaban hablando, pero este no parecía ser su caso.En definitiva, era como si sus problemas acabaran de solucionarse mágicamente, como si, de algún modo, alguien, algún ente divino, le hubiese concedido lo que tanto había anhelado.«¡Regina no despertaría!», pensó con una sonrisa tirando de sus labios.—¿Qué recomienda? —le preguntó al médico, tratando de mantener la compostura y evitando decir lo que tanto quería y eso era un: “¡Desconéctela de inmediato!”. Hacer eso sin duda llamaría mucho la atención y lo último que necesitaba era a la policía merodeando. Así que, por el momento, debía mantener el teatro de esposo abnegado, por lo menos, unos meses más.—Podemos esperar a ver cómo evoluciona y…—Esperemos entonces —lo cortó ásperamente,
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