Alicia se quedó junto a la cama, observando la silueta de Nicolás. No se detuvo a pensarlo demasiado. El miedo de ser desplazada la impulsó a tomar acción.
Con movimientos decididos, comenzó a quitarle la ropa a Nicolás. El hombre apenas gimió entre sueños, demasiado sumido en la inconsciencia. Débilmente, intentó apartarla una vez, sus manos levantándose apenas unos centímetros antes de caer inertes de nuevo.
Lo bueno de esto era que estaba demasiado borracho, y al día siguiente no se acordaría de nada.
Así que era su oportunidad.
Lo desnudó por completo, y luego, con la misma determinación, se desnudó a sí misma antes de deslizarse bajo las sábanas.
Se aferró a él, colocando su rostro contra su pecho, sintiendo el latido de su corazón.
Tuvo que reconocer que nunca antes habían tenido un momento tan íntimo, aunque le molestaba saber que la única manera de que lo compartieran, era estando él, inconsciente.
«Pero eso no importaba», se dijo. Ya habría tiempo para muchos momentos como