Dos días después del enfrentamiento, Nicolás entraba en la empresa cuando un mensajero se le atravesó en el vestíbulo.
El hombre le extendió un sobre que tomó con desconfianza, clavando sus ojos grises en el enunciado del mismo.
La palabra “Tribunal” resaltaba en el membrete, seguida de “Demanda de Divorcio”.
Y justo en ese instante, parecía que su día se había arruinado por completo.
«Otro día lanzado a la basura», pensó, sintiendo cómo la mandíbula se le tensaba.
No necesito leer más para arrugar el papel en su mano. Al parecer, Regina quería jugar rudo. Pero él también sabía jugar, y se valdría de cualquier excusa para que el tribunal no le diera lo que ella quería.
Entró en la empresa, ignorando a los empleados que se cruzaban en su camino.
—Buenos días, señor Davies —decían, pero solo recibían una mirada feroz de su parte.
Al llegar a su oficina, azotó la puerta, y se dirigió al bote de basura, con la bola de papel arrugada en su mano, la lanzó al fondo de la papelera y s