Cuando Regina despertó, se encontraba en la habitación de un hospital. Su cuerpo le dolía de una manera insoportable, cada uno de sus músculos protestaban con un dolor sordo y constante. La cabeza también le palpitaba, y la confusión nublaba todos sus pensamientos.
¿Qué sucedió?
¿Por qué?
Intentó incorporarse, pero una punzada aguda en el bajo vientre la detuvo en sus movimientos, y entonces todos los recuerdos le llegaron de golpe.
—¡Oh, no! —gimió con pesar, al recordar que se había caído de las escaleras del spa. Aunque bueno, no recordaba exactamente haberse tropezado, era como si alguien la hubiera empujado por detrás.
«¿Alguien la empujó?», se preguntó al tiempo en que se abría la puerta y entraba un doctor con gesto serio.
El hombre de bata blanca se acercó a su cama y la miró a los ojos. La lástima que sentía era demasiado evidente, así que no necesitaba escuchar sus palabras para saber lo que diría a continuación.
Su pecho comenzó a arder de forma insoportable, mientras e