Alicia sabía perfectamente sobre la impotencia que le causaba a Nicolás el recuerdo de ese día en particular, pero aquella era su arma secreta; siempre apelaba a su remordimiento para mantenerlo bajo su control.
Pero de la misma forma en que sabía que esa era su debilidad, también sabía que él no la tocaba por el mismo motivo. Y era obvio que la promesa de que mantendrían intimidad después de la boda era solo una mentira; luego de que se casaran, él conseguiría una nueva excusa para seguir evadiéndolo.
Y eso le frustraba tanto…
Porque sabía que él nunca la miraría como una mujer deseable, al menos no de la manera en la que miraba a Regina. Para él, ella sería siempre la amiga, la hermana, la compañera de la infancia, la que lo acompañó en su peor momento.
Y eso le enfurecía.
La consumía.
Porque quería más.
Lo quería todo.
Quería su pasión, sus besos, quería sentirse apetecible bajo su mirada.
Pero, en su lugar, siempre la veía con cariño, con amor fraternal.
Sin decir una palabra m