Los días que siguieron a los despidos fueron extremadamente difíciles para Regina. Había mucho trabajo que hacer en la empresa y se requerían de manos extras para cumplirlos. Sin embargo, ella no era de las que se rendían. Así que comenzó con las contrataciones de nuevos empleados. Las horas se le fueron en llamadas y entrevistas, intentando dar con el personal adecuado.
Y mientras se sumergía en esta ardua labor, Nicolás se dedicaba a sus propias gestiones de líder. Porque eso era, lamentablemente. Era el líder de esta nueva etapa, aunque le costara admitirlo en voz alta. El hombre se pasaba los días fuera de la oficina, reuniéndose con socios y tramando estrategias para estabilizar la empresa, cosa que le agradecía. Ya que luego de aquella extraña conversación que mantuvieron el primer día, las cosas estaban bastante tensas entre ellos.
—Buenas noticias —le dijo Nicolás, entrando en su oficina sin molestarse en tocar la puerta—. Logré convencer a Augusto de que nos dé una nueva opor