Los meses no habían transcurrido en vano. Ismael no quería saber nada de ella y eso era algo que debía de entender y respetar. Adoptar una actitud profesional también y dejar en el pasado lo que ocurrió entre los dos. Aquello era muy fácil de decirlo, pero difícil de hacerlo. Aun así lo intentaría.
Los días siguieron su curso y trató de mentalizarse de que Ismael seguía aún en aquella misión. Sin embargo, no podía negar la realidad, no cuando lo miraba coquetear con las enfermeras o con sus otras colegas en los pasillos del hospital.
Estaba cambiado. Su actitud era diferente. Ya no era el mismo hombre que se marchó.
Sofía llegó a su casa y miró a su bebé que ya estaba próximo a cumplir su primer año. Era un niño hermoso que en esos meses había crecido demasiado.
Por un momento, el remordimiento se apoderó de ella. Se sintió culpable de haberle negado a Ismael la posibilidad de conocer y compartir con su hijo, pero al mismo tiempo sentía que era lo correcto. William era un buen hom