TRES AÑOS DESPUÉS:
Valerik estaba jugando fútbol con Ramsés y Varek, cuando volvía a casa solo quería pasar tiempo con su esposa y sus hijos.
—Estoy cansado, papá.
—¿Y quieres entrar a ese equipo de fútbol? Si no practicas, no vas a entrar.
El niño mayor frunció el ceño como si le hubieran insultado el orgullo.
—Papá, estoy intentando.
—Intenta mejor entonces —respondió Valerik con una media sonrisa divertida.
Sabía cómo motivarlo.
Varek imitaba todo lo que hacía su hermano, pero exageradamente y Valerik tenía que tragarse las carcajadas que amenazaban con escapar de su boca.
Valerik estaba a punto de picar a Ramsés para que continuara con el entrenamiento pero enseguida escuchó unos pasos cortos y rápidos junto a un gruñidito infantil.
—¡Papi! —una vocecita chilló desde las escaleras del jardín.
Cuando Valerik se dio la vuelta fue imposible no sonreír completamente derretido.
Ella llevaba su tutú torcido, medias rosadas, dos moñitos torpes a los lados y una expresión de furia pura, ve