60. Culpable
La guiaba mirándola de reojo de vez en cuando y Rashel apretaba suavemente sus dedos que encajaban con los de él con naturalidad buscando en ese calor suyo, Valerik caminaba a su lado en silencio, consciente de cada respiración, de cada temblor leve en su cuerpo. Su único propósito era verla sonreír otra vez, anclarla al presente, la alejaba del dolor.
No sabía hacia dónde la guiaba él, pero la calidez de su mano envolviendo la suya le hacía imposible soltarlo. Su pulgar acariciaba el dorso de su mano con una ternura que contrastaba con su andar seguro, con ese paso de hombre que no dudaba jamás.
—Estás muy callada —murmuró él sin mirarla, como si pudiera leer sus pensamientos—. Pareces una sombra. Y no me gusta verte así, tú eres fuego, ¿Recuerdas? La princesa rebelde que siempre reta a todos.
—El fuego también se apaga si lo dejan solo mucho tiempo —murmuró.
Ella alzó la vista apenas ahora sí encontrándose con los suyos, ambos se habían detenido.
Valerik no respondió de inmediato.