51. Únicamente mío, señor Ricci
—Soy tu esposa, ¿Esto es real o el día que me convencí de ir a ese lugar en busca de sexo me emborraché y aún no despierto?
—¿Fuiste a buscar sexo? —gruñó él.
Polina estalló en una risa sentimental.
—Sí, fui ahí porque me dejaste jodidamente caliente cuando te vi peleando con Damiano sin camisa, necesitaba calmarme de una manera, tú no me la ponías fácil —susurró en sus labios antes de mordisquearlo juguetona.
—Eso jodidamente no va a volver a pasar —gruñó de nuevo en sus labios para que solo ella pudiera escucharlo.
—Eso fue tan lindo, quiero llorar —gimió Tarah haciéndolos salir de la burbuja en la que ambos estaban hace segundos.
Marco se apartó con el hombre quien acababa de casarlos mientras que Polina se acercó de nuevo a su teléfono.
—Estás llorando —susurró Satarah con la preocupación brillando en sus ojos.
—Felicidades Polly —habló Lya—. Debes estar tan feliz.
—Lo estoy, como nunca antes y no puedo dejar de llorar por las malditas hormonas pero quiero que sepan que no he camb