27. Papá por segunda vez
Gian estaba sentado en su oficina, cuando ella llegó.
Sus ojos se encontraron en un silencio, incómodo que caló profundo dentro de ella.
—¿Qué haces aquí?
Polly sintió esa conocida presión en su pecho, dolor, aquel chico que solía hacerla reír, ahora parecía tan frío.
—Vine a hablar contigo y decirte lo que no tuve el coraje de decirte.
Él dejó salir un suspiro, pasando una mano por su cabello antes de murmurar como si también hubiera estado esperando por esto.
—Pasa.
Son ojos avellana la miraron con tanta intensidad Y que Paulina tembló bajo sus ojos.
—Sé que debíamos decírtelo antes. Pero no te mentimos porque queríamos herirte, al contrario, te mentimos porque te amamos —dijo ella en voz baja Polina al sentarse frente a él.
Gian Franco arqueó que una ceja, aunque su expresión era tensa.
—¿Y cómo se traduce, eso? Pensé que confiaban en mí, pero es obvio que no.
—No es así, yo tenía miedo, Gian. Miedo de qué me odiaras de que pensara que te estaba traicionando, porque eres muy importa