La palabra se repitió muchísimas veces en su cabeza como un eco.

Su corazón se aceleró aún más y miles de pensamientos y emociones emergieron dentro de ella, la puerta fue golpeada antes de que se abriera mostrando la cara de quien menos esperaba.

Aquel hombre que la hacía soñar con cosas que probablemente nunca pasarían.

Después de lo que acababa de escuchar, ver a Gian la hizo detenerse de golpe casi horrorizada de verlo allí.

¿Había escuchado algo?

El pánico casi la nubló cuando sus ojos estuvieron sobre ella recorriéndola con la mirada.

¿Estaba asegurándose de qué estaba enferma o de qué estaba embarazada?

—Gattina, ¿Qué haces aquí? Escuché tu voz —su voz sonó preocupada y tan profundamente masculina como siempre.

Si no hubiera estado sentada en la camilla hubiera dado un paso atrás.

—¿Gattina? —el médico estaba arqueando una ceja divertido pero después su expresión cambió a una profesional cuando volvió a mirar a Natalya y la muchacha estaba pálida—. Estamos en una consulta priva