211. Cuando se trata de ti, no tengo límites
La mandíbula de Dimitry se encontraba apretada ante la tensión palpable del ambiente. Se sentía torpe haciendo todo esto, pero por Satarah era capaz de cualquier cosa.
En silencio, la tomó de la mano, llevándola hasta la mesa en medio de la naturaleza que había mandado a preparar para ella.
Las pequeñas luces amarillas contrataban con el fondo de la ciudad que se veía al otro lado de río Kubán pero a él poco le importaba todo eso pues su atención, aunque no lo estaba mostrando estaba en Satarah. La miraba de reojo captando cada una de las expresiones de su cara. Evidentemente, no esperaba algo así de él, sorpresa, asombro y felicidad.
Dimitry siempre quería ver esa expresión en ella y haría hasta lo imposible porque siempre se mostrara así. A lo largo de los años ya había sufrido demasiado y ese día en especial, después de escuchar a su madre, aunque no lo mostrara, él sabía que Satarah se sentía dolida. Ojalá hubiera matado a Sonya desde el primer momento para no hacer sufrir más a su