Como si Gian hubiera penetrado su cabeza enseguida acostó a Natalya sobre la cama y se apoyó en sus brazos para no dejarse caer completamente en su cuerpo, le dio lo que quería y más.

La boca de él se cerró sobre el brasier y lamió el encaje que estaba justo por encima de su pezón haciéndola sisear.

—¿Te gusta esto, Gattina?

—Sí, me gusta mucho.

Él no apartó la mirada de ella cuando rompió la tela delicada del brasier y la arrojó al otro lado de la habitación ocasionando que ella lo mirara con sorpresa, pero la vez excitación.

Cada parte de su cuerpo estaba caliente, necesitada de él.

Lya sabía que él la deseaba también, pero no sabía hasta qué punto.

Gian estaba demasiado excitado pero por ella quería contenerse, sin embargo, Natalya no estaba ayudándolo en nada mientras movía sus caderas debajo de él, provocándolo.

Seductora y hermosa como siempre.

Esta vez se apoderó de sus pezones fruncidos raspando con su barba la piel sensible, Lya cerró su mano sobre su cabello sin impo