Punto de vista de Sofía
La sala de reuniones bullía de energía mientras mi equipo discutía los detalles de la inversión, sus voces mezclándose en un murmullo constante. Intentaba concentrarme, pero mis pensamientos estaban dispersos, como hojas atrapadas en un remolino. Mis dedos jugueteaban con la esquina de mi bloc de notas mientras miraba hacia la puerta, con la anticipación retorciéndome por dentro.
Y entonces él entró.
Alejandro Santana.
Se me cortó la respiración. Se veía impecable en su traje gris oscuro, la tela a medida abrazando perfectamente sus anchos hombros. Los primeros botones de su camisa blanca estaban desabrochados, revelando un tentador indicio de su piel bronceada. Su barba incipiente estaba más oscura, dándole un aspecto aún más rudo.
Mi corazón latía dolorosamente contra mis costillas.
Nuestras miradas se encontraron por un breve y eléctrico momento antes de que él apartara la vista, con expresión fría y distante.
Mi corazón se hundió.
El Alejandro que yo conocía