Punto de vista de Sofía
El trayecto a la oficina transcurrió sin incidentes, aunque mi mente estaba lejos de estar tranquila. Mis pensamientos eran un caos, reproduciendo innumerables escenarios donde Alejandro me rechazaba, diciéndome que había terminado, que no quería saber nada más de mí. Intentaba apartar esos pensamientos intrusivos, pero se aferraban a mí como una sombra.
La ciudad bullía a mi alrededor mientras recorría las calles, indiferente a mi tormento interior. Los rascacielos se alzaban imponentes, sus ventanas de cristal reflejando la luz matinal, pero ni siquiera la vibrante energía de la ciudad lograba calmar mi ansiedad.
Cuando finalmente entré al estacionamiento, me tomé un momento para recomponerme, apoyando la frente contra el volante. "Contrólate", me susurré a mí misma. Con una respiración profunda, me enderecé, agarré mi bolso y salí del coche.
El sonido de mis tacones resonaba contra el suelo de mármol pulido mientras entraba al edificio. El familiar aroma a ca