Esposada al CEO
Esposada al CEO
Por: Wanheda
Capítulo 1

La misma foto de Lucca Birdwhistle circulaba por cada revista de espectáculos, siendo comentada por todo el mundo.

No era una novedad que el joven heredero estuviera metido en problemas, en los últimos meses ha dado qué hablar en la prensa y su padre estaba bastante cansado de eso.

En el momento que traga su furia al terminar de ver su teléfono con la noticia, escucha como comienzan a entrar los directivos de la empresa.

El abuelo de Ismael había sido el fundador de dicha empresa tecnológica, donde ahora era prácticamente una locura pensar que llegaría al punto de ser reconocida de manera mundial, ganándose varios premios.

Mientras el hombre pensaba en ello sus ojos se enfocan en su hijo, quien estaba entrando a la sala de reuniones con anteojos de sol.

No entendía cómo es que Lucca se había atrevido a presentarse después de ver en las condiciones en las que estaba hace unos momentos.

—Buenos días, señores. ¿Listos para comenzar con la reunión?

Ismael mira a su hijo y aprieta sus labios, tratando de dejar su enojo de lado por un momento, la situación de la empresa ahora era mucho más importante que estar regañando a su hijo de casi treinta años que se había presentado con una resaca terrible.

—No quiero que regreses —le dice Ismael apenas cierran la puerta de su despacho y están en privacidad.

—¿Qué? ¿Por qué, papá?

Lucca se quita los anteojos de una manera un poco más exagerada de lo que le hubiera gustado, provocando un dolor en su cabeza.

Ismael pone los ojos en blanco y lanza un largo suspiro, esperando tener más paciencia.

—A esto me refiero. Te atreves a presentarte en una reunión tan importante en este estado.  Agradece que no te he echado en frente de todos. ¿Tienes idea de lo que estás haciendo contigo?

—Solo salí a tomar unas copas con mis amigos, papá. No hice nada que cualquier persona haga.

—¡No eres cualquier persona, Lucca! ¡Eres el presidente de un sector importante de la compañía! ¿Cuánto tiempo más te crees que todo el mundo va a aguantar lo que haces?

—¿Por qué debería importarle a todo el mundo? —el hombre se queja.

—Porque estás haciendo un desastre con tu vida, ¿Crees que alguien podría confiar en ti para que estés a cargo de todo esto en un futuro? —niega con su cabeza—. Entiendo todo lo que has tenido que pasar en este último tiempo, pero necesitas continuar —Lucca se pone de pie mientras comienza a negar con su cabeza.

—No comiences con eso, por favor. ¿Qué es lo que quieres?

—Que te des cuenta de que la vida no termina aquí, Lucca. Tienes treinta años, que Georgina se haya ido no quiere decir que todo se fue al diablo. Aún puedes encontrar a una mujer para formar una familia.

—Olvídalo, no necesito a ninguna mujer. No voy a comenzar con esto de nuevo —Ismael golpea la mesa con enojo.

—No sigas con esa idea absurda de tener un niño solo, ¿Qué diablos piensas que vas a hacer? ¿Ah?

—¿Y que se supone que tenga que hacer? —gruñe—. No quiero esperar de nuevo a alguien que no quiere tener un hijo conmigo y que después termina abandonándome.

—Olvídalo. Ya sabes lo que pienso al respecto y si realmente quieres tener un futuro en la empresa, entonces harás las cosas bien. Ahora vete, tienes que sacarte la resaca que tienes encima. Vuelve a tu casa y comienza a pensar en tu futuro.

—Me alegra que me tengas confianza después de todo —Lucca le sonríe con ironía y se pone de pie—. No necesito una m*****a esposa.

Lucca no entendía la insistencia de su padre porque tenga una familia consolidada.

El hombre creía que con el hecho de tenerla eras lo suficientemente maduro y estable para mantener una empresa, lo cual le parecía ridículo.

Él había sido un gran empresario desde que se graduó de la secundaria y no creía en aquella vieja creencia de su padre.

Sabía que esa era la única manera de poder quedarse con la presidencia, pero ya lo había intentado y las cosas no resultaron bien.

Quería tener un hijo, pero no estaba preparado para salir con ninguna mujer.

No desde lo de Georgina, y tampoco estaba seguro de poder hacerlo algún día.

Aunque no sabía qué era lo que más pesaba, el hecho de querer la empresa o de tener que resignarse a perderlo todo por hacer lo que deseaba.

No muy lejos de allí se encontraba la finca de Zyan Crusoe, aquel narcotraficante buscado por la policía.

El hombre había perdido a su padre años atrás y tuvo que tomar el frente de la organización, y hasta ahora, no le iba nada mal.

Samara Daft era su prometida, había estado enamorado de ella desde que la conoció en la secundaria.

Aunque claro, los dos habían tomado caminos diferentes hasta que volvieron a encontrarse años después.

Nadie hubiera pensado que una mujer como Samara terminara enredada con Zyan, pero así eran las cosas.

—¿Qué hacemos con la carga que llegó, jefe? —pregunta Samuel.

—Quiero que comiencen a trabajar en las bodegas, dile a los muchachos que estaré allí pronto. Ahora tengo que salir con Samara, tenemos un asunto pendiente. Hazte cargo de eso, quiero que comience la distribución pronto.

—Perfecto, jefe. ¿Seguro que no quiere que lo acompañe?

—No te preocupes, sin seguridad. Iremos a una clínica cercana, si hay inconvenientes te llamaré.

—No quiero meterme en sus asuntos, pero la última vez que salió solo las cosas estuvieron bravas —Zyan hace una mueca—. Al menos puede decirle a Rodrigo que lo siga a una distancia prudente.

—Lo tendré en cuenta, Samuel. Nos encontramos en la despensa más tarde.

Zyan sabía que había riesgos de salir solos de la finca, pero no quería que nadie se entere lo que tenían que hacer.

Su problema para tener bebés era un secreto para todos, incluso para su hombre de confianza.

La única que estaba al tanto sobre su infertilidad era su prometida, quién prácticamente lo obligó a hacerse estudios cuando las cosas no funcionaban entre ellos.

El deseo de ser padre de Zyan fue lo que lo llevó a decidir que la única salida ahora mismo era comenzar un tratamiento con Samara.

Él quería un heredero y ella había aceptado finalmente.

—¿Por qué no le dices la verdad? —pregunta la mujer mientras ambas caminan por los predios.

—No puedo, Karl. Sabes cuánto ha deseado ser padre, él está realmente entusiasmado con esto. ¿Qué podría decirle en un momento como este?

—La verdad. Qué tienes miedo y que no estás segura de ser madre ahora mismo, no puede simplemente obligarte a ir a una clínica. No es simplemente su bebé, también será tuyo.

—Ojalá fuera todo tan sencillo. Zyan no lo entendería jamás —hace una mueca—. A veces pienso si hice lo correcto. Ahora es tarde para remediarlo.

—Podríamos irnos en cualquier momento tú y yo —la mujer sonríe—. ¿Cuánto tienes que ir?

—¡Cariño! —la voz de Zyan sorprende a ambas—. Es hora de ir a dar un paseo. ¿Estás lista?

—Dame un momento —la mujer suspira mientras lo mira

—Karla, puedes retirarte. Vete con Samuel a la bodega.

—Si, señor. Permiso.

—¿Estás bien? —Zyan frunce el ceño cuando mira a su prometida— ¿Que ocurre?

—Es tarde, perderemos el turno.

Karla trabajaba para Zyan, era una de sus mujeres de confianza, pero también tenía una tarea importante y era cuidar a Samara.

El hombre sabía los peligros de estar a su lado, y por eso quería que se sintiera segura, aún más cuando las cosas se habían complicado en los últimos meses.

Cuando el hombre estacionó fuera de la clínica de fertilización, se ajustó los anteojos de sol y la gorra en su cabeza, podría ser fácilmente reconocido si no se cuidaba.

No solo era uno de los hombres más buscados por los federales, sino también por unos tantos enemigos que se había ganado en el último tiempo.

—¿Tardarás mucho? —le pregunta Zyan.

—Lo más seguro es que sí. El tratamiento durará un tiempo. ¿Por qué?

—Por nada —frota sus manos con nerviosismo—. Voy a esperarte aquí, envíame un mensaje si ocurre algo.

—No entiendo por qué no lo trajiste a Samuel —suspira—. Regresaré lo más rápido que pueda.

El hombre asiente y toma su rostro para besarla.

Zyan ni siquiera pensaba en la posibilidad de bajar y acompañarla, eso la pondría en riesgo.

Todo el mundo sabía quién era él y hasta el momento, pocos tenían idea de quién era su esposa, solo en el círculo donde ellos se manejaban tenían noción de su relación.

El asunto de Samara no era fácil de explicar, su familia era especial y si su foto salía en los medios, estaría perdida.

Samara estaba nerviosa, sabía que había llegado el día de la inseminación y no había vuelta atrás.

El tratamiento fue largo, ella necesitaba preparar su cuerpo para lo que venía y el hecho de entrar sola no era algo que la ayudara realmente.

Cuando estaba cruzando por el pasillo de la clínica, un cuerpo chocó contra el suyo.

Un par de manos la sostuvieron de sus hombros a tiempo para que no se golpeara contra la pared, y al levantar la vista, se encontró con aquel hombre tan particular.

—¿Te encuentras bien?

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