El cielo estaba encapotado aquella mañana. No llovía, pero la amenaza latente en las nubes grises parecía reflejar el ambiente cargado de tensión que se respiraba dentro del gran salón del Tribunal Superior de Justicia. Aquello no era un simple trámite legal. Para Margot, era la última carta, la jugada final. Y para Samara y Lucca, era el juicio simbólico de su pasado. Todo lo que habían luchado, todo lo que habían construido, se pondría a prueba frente al mundo.
La noticia de la audiencia se había filtrado a los medios dos días antes. "La familia De Laurentis enfrentará un escándalo del pasado", rezaban los titulares. El contenido de la demanda era impreciso, deliberadamente confuso, pero sugería revelaciones perturbadoras: abandono, manipulación psicológica, daños morales. Margot no sólo quería arrebatarles algo legalmente, quería destruir la imagen de unidad que Samara y Lucca habían conseguido levantar con tanto esfuerzo.
El eco de los tacones de Samara retumbaba en los pasillos c