Trague duro al ver el enojo en su mirada y el espacio reducido del auto, me impedía siquiera mofeta o buscar una salida que no fueran las puertas con seguro que están detrás de mí o al lado de Harding.
Relájate, sería imposible que él te toque cuando hay un conductor en el auto y personas fuera esperando que nos marchamos a la recepción de la fiesta. — dice mi mente. La mano de Harding llega a mis tobillos y con rudeza, sube por mis piernas, sin algún toque suave o mirada.— Harding, por favor. No me hagas esto, te lo pido. No seas el…— ¿Qué no sea el demonio por el que todos me reconocen? — pregunta Harding en tono burlón — Por favor, no me hagas daño. — le pido.— Aun no te he tocado, esposa sustituta. Pero, créeme, eso va a cambiar — dice Harding con frialdad, para después mirar a