Problemas, amigas y ¿madre?
El viernes volví a llegar a la empresa en autobús, esa vez a tiempo y en cuanto atravesé las puertas giratorias, Monique, una de las chicas de recepción, me llamó. Me esperé cualquier cosa sobre Enzo.

—Te acaba de llegar un envío, está en tu puesto de trabajo —me dijo y me guiñó el ojo.

Fruncí el ceño. ¿Algo? ¿A mí? Pensé que seguramente sería algo de Enzo, algo que necesitaría colocar o algo relacionado con su cambio de muebles en el despacho. Subí inquieta, presintiendo que la realidad no era nada de eso. Subí algo impaciente en el ascensor y me paralicé cuando vi el ramo de flores sobre mi mostrador.

Algo se me removió por dentro, una pequeña parte de mi fantaseó con que fueran de mi jefe. Me acerqué a pasos pequeños y cogí la tarjeta que había sobre ellas.

"Siento ser un capullo. Asistiré a rehab y esta es la única forma de decírtelo.

Te quiero y espero que podamos arreglar las cosas."

Suspiré y hundí la cabeza entre las manos. A veces me seguía recordando al Evan del que
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