Sentimientos y dolores...
Otro día de trabajo, volví a lo mismo, a correr de un lado a otro y llegué a la empresa algo apurada por perder el autobús. Me lancé a sentarme en mi taburete tras el mostrador. Una semana de vuelta a la rutina y me di cuenta de que Enzo no contrató a otra secretaria y que no era necesario, no tenía tanto lío y yo sola pude hacer en una tarde lo necesario. Era miércoles de nuevo y sólo deseaba que llegara el fin de semana para tener dos días sin tener que evitar a Evan y podría seguir buscando soluciones a todo, además, me llegaba la paga del mes ya dentro de poco y podría devolver algo más de dinero, antes de que decidieran empezar a cobrarme intereses por deber.
—Has llegado tarde.
Levanté la cabeza sobre el escritorio y me pasé el pelo por detrás de las orejas. Cerré la taquilla bajo el mostrador con el pie y cogí aire.
—Ya, ¿tú sabías que al autobusista le da igual que corras para coger el autobús?
—Conductor de autobuses —dijo.
Junté las cejas.
—¿Qué?
Enzo me miró y se