—Ya terminé con mi hija; si quieres conversar ahora, estoy disponible. —Maia dijo, viendo que no podría escapar de aquella situación.
—Claro. —Fábio carraspeó y la miró medio desconfiado, temiendo que ella sacara conclusiones equivocadas de lo que había visto. —Ustedes necesitan ser más realistas, ¿entendieron? Creo que si demuestran afecto frente a la familia Trajano, ellos verán que ya no pueden intentar nada y se darán por vencidos.
—No estoy entendiendo, ¿cómo así demostrar afecto? —cuestionó nerviosa. —Combinamos que no habría contacto físico.
—Y no lo habrá, pero intenten estar más cerca el uno del otro, intenten ser cómplices.
Ellos discutían, hasta que el teléfono de Théo empezó a sonar insistentemente. Era el abuelo.
—¿Qué fue, abuelo?
—Ven a casa ahora.
Diciendo eso, Joaquim colgó el teléfono.
—Necesito ir a casa, mi abuelo debe estar tramando algo; después conversamos, vamos, Maia.
Dio órdenes, nervioso, y salió de allí, yendo para casa.
Cuando llegó, extrañó el silencio e