"Shay". Levanto la vista de mi enorme barriga y miro a mi esposo, que se da la vuelta cuando enciendo la lámpara de noche. "¿Estás bien?", pregunta Cole somnoliento, y yo lo fulmino con la mirada.
"¿Por qué no quiere salir este bebé?". Siseo enfadada, y Cole gime, se apoya sobre su codo y me mira, con los ojos verdes entrecerrados.
"A lo mejor le gusta estar ahí dentro y aún no está listo para salir". Sonríe, me frota la barriga y el bebé se retuerce dentro de mí al sentir a su padre. Mi fecha de parto fue hace seis días y este niño testarudo no muestra indicios de llegar pronto.
"Ya tuve suficiente". Gimoteo, agitada. "Me siento incómoda. Llevo días sin poder dormir y estoy hinchada como una ballena varada en una playa. Mírame". Me quejo, señalándome a mí misma, y Cole deja que sus ojos me recorran, y sonríe. "¿Qué estás mirando?".
Parpadea, perplejo.
"Acabas de decir–".
"Saca a este bebé ahora mismo". Resoplo, y Cole se rasca la frente, con las cejas fruncidas. "Tú me lo metist