El gesto del hombre desató una oleada de repulsión en Victoria. La visión del anillo de oro blanco con un gran diamante solo avivó su temor. Las palabras que temía escuchar resonaban en el aire, confirmando sus peores temores.

Victoria sintió un nudo en la garganta mientras luchaba por contener la oleada de emociones que amenazaban con desbordarse. La idea de convertirse en la esposa de ese hombre, de estar atada a él para siempre, la llenaba de horror y desesperación. Pero sabía que no podía permitirse mostrar debilidad frente a él. Se obligó a mantener la compostura, a pesar de la tormenta de emociones que la consumía por dentro.

El hombre tomó el anillo al ver como se quedó totalmente petrificada y lentamente lo llevó hasta su mano, donde la sostuvo poniéndole cuidadosamente el anillo que le quedaba a la perfección.

Victoria pensó en sacudir su mano y tirar ese anillo muy lejos de ella, pero sabía que seria en vano, ese hombre sería capaz de pegárselo al dedo de ser posible.

—¿Pued