El aire parecía volverse espeso, como si se hubiera detenido por completo, inmóvil, suspendido en un instante de desesperación.
La mención de Annia lo hizo todo aún más doloroso, más profundo, como si el pasado de Mateo estallara en su rostro.
Beth sintió cómo el dolor en su pecho se multiplicaba, se expandía hasta apoderarse de su mente, de su cuerpo.
De pronto, Mateo se abalanzó con furia, saltando hacia Andrea en un impulso desesperado.
Los ojos de Beth se abrieron con horror, un grito escapó de su garganta, y todo se volvió borroso.
Vio cómo ambos luchaban, cómo la pistola cambiaba de manos.
Su mente estalló cuando un disparo resonó en la habitación.
El tiempo pareció detenerse, la oscuridad se apoderó de su vista por un instante.
Beth tembló de miedo.
Mateo retrocedió un paso, su rostro contorsionado por la angustia.
Andrea cayendo lentamente al suelo,
—¡Annia! —su voz fue un rugido
Minutos después, la sirena de la ambulancia cortó la quietud, su sonido penetrante y perturbador.
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