28. Fuego y dominio
POV ALESSANDRO BALESTRI
Sus ojos me buscaban, vulnerables y rendidos, y en ellos vi cómo mi presencia podía consumirla por completo. La química entre nosotros no era solo deseo; era una fuerza que nos arrastraba, implacable, un juego de control y entrega del que ninguno de los dos podía ni quería escapar.
No había suavidad en mi hambre; la necesitaba, la reclamaba, y ella lo sabía.
La dejé recuperarse del intenso éxtasis que mi boca le provocó, y mientras su respiración aún temblaba, me despojé de pantalones y bóxer.
Mi virilidad latía con fuerza, ardiente e imparable, ansiosa por reclamarla y marcarla como mía.
Cada fibra de mi cuerpo gritaba por fundirse con ella, por recorrerla y poseerla en cada estremecimiento. Sentí cómo su calor me llamaba, cómo su respiración se aceleraba bajo mi control, y su entrega aumentaba mi hambre hasta el límite.
Cubro su cuerpo con el mío y aparto con suavidad los cabellos que se han dispersado sobre su rostro. Ella me inspira ternura, inclu