Ese día también estaba lloviendo.
James miró una vez más la caja llena de las ''Cenizas'' de su madre, la incomodidad estaba allí, en los abrazos fingidos que solo recibe por obligación y el silencio de una multitud que no podía ocultar su alegría de que por fin la retorcida amante de Anthony haya muerto, pensaban que ahora que quedaba su hijo bastardo sería más fácil erradicarlo.
«De cierta manera se siente casi como si fuera real.» Piensa, deja una rosa sobre la caja y regresa a su sitio.
— James, realmente lo siento... — Se compadeció Máximo.
— Fue tan repentino.. — Responde James sin apartar la mirada del cofre.Todavía sentía cierto recelo hacia Máximo, por lo que voltearse a ver su cara no era una opción.
Aunque ni siquiera sabía de quién eran las cenizas que estaba enterrando. Ni siquiera sabía si era una persona o un animal, tampoco le importaba, como fuera, no era su madre la que estaba metida allí.
Aunque, ante la inminente realidad de no volver a ser recordado por ella era c