CELOS.
—Ya vuelvo—, Alex se levantó y fue tras de Clarisa. Antes que ella saliera de la casa la agarró del brazo y la recostó a la pared —Quien diría que te encontraría aquí—, ella le miró enojada. Con esfuerzo sacudió sus brazos y se quiso zafar del agarre.
—Suéltame, no te conozco y no sé por qué estás aquí.
—Bueno, cómo puedes ver soy hermano de la esposa de tu jefe—, Clarisa abrió un poco la boca y luego la cerró, más cuando Alex agarró su dedo y preguntó —Fue este, ¿cierto? —, sonrió de medio lado y lo llevó a su boca, chupó de él provocando un cosquilleo en la guata de la joven.
—¿¡Que haces!? —, se logró zafar.
—Me sacaste el dedo en la empresa y no se para que, imaginé que era para que te lo chupe—, ella le miró con una expresión desorientada, él sonrió y dando media vuelta se fue.
—¡Tarado! —, limpió la humedad de su dedo y se fue a lavarlo. Seguido se dirigió a la pequeña casa que quedaba a unos cuantos metros de la villa de los Heredia. Al llegar, su madre que se encontraba