UNA EX.
Al día siguiente, Marcos se levantó temprano, como todos los días. Después de darse una ducha, bajó a desayunar. Mientras lo hacía, le dio una revisada al celular, encontrándose con los mensajes enviados anoche a su esposa, aún sin responder. Dejó el celular a un lado y bebió del café. Limpiándose la boca, se levantó y salió del comedor.
—¿Tienes tiempo? —inquirió Elisa.
Marcos miró el reloj de mano y asintió. Caminaron juntos hasta la sala y se sentaron frente a frente.
—Como ya vas a volver con Maite, yo volveré a la hacienda.
—Abuela, créeme que no nos estorbarás.
—No es por eso. Ustedes dos necesitan estar solos; esto será como el comienzo de su matrimonio. Además, extraño mi país, mi casa, el clima de mi ciudad. El canto de los animales... ya ha sido un esfuerzo haber vivido tres años aquí. Estoy vieja, quiero estar en el único lugar donde existen los recuerdos de tu padre, abuelo y madre.
—No quiero que estés sola en ese lugar. Siempre hemos estado juntos, no quisiera separarme d