Sabrina Thank, era la mayor de tres hermanas, y quien se hacía cargo de ellas después de que sus padres fallecieran en un accidente automovilístico. A sus veinticinco años, se dedicaba a tiempo completo a trabajar y cuidar de Anna, su hermana de en medio, quién tenía recién cumplidos los dieciocho años y de Laura, quién solo tenía nueve años.
Laura, desde su nacimiento siempre fue una niña con un estado de salud bastante delicado, pero el mundo de Sabrina se desmorona cuando a su hermanita le detectan cáncer de pulmón. Desde ese momento, Sabrina prometió sobre la tumba de sus padres que haría todo lo humanamente posible por salvar la vida de su hermana. Así fue como llegó a venderse en la plataforma, a pesar de que siempre soñó con un matrimonio lleno de amor, la vida de su hermana y el poder costear el costoso tratamiento médico valía cualquier sacrificio. Estaba sentada junto a su hermana, leyendole un cuento, sintiéndose aliviada de haber sido comprada tan rápido. Cuando de la plataforma le habían dado la noticia se sintió feliz, por que a pesar de estar cometiendo la peor locura de su vida, tenía la posibilidad de costear un tratamiento digno para su hermana. Cuando la pequeña Laura se quedó dormida, aprovecho de organizar los documentos que la asistente de su futuro esposo le había solicitado. Una vez listos, los escaneo y los envío a la dirección de correo electrónico que le habían dado. Ya estaba hecho, había firmado el contrato y los papeles que la convertían en la esposa de un hombre que conocía y al cual jamás había visto. Al cabo de una hora, su teléfono celular comenzó a sonar con insistencia, por lo que rápidamente se puso de pie y abandonó la sala con la intención de no despertar a Laura. —Hola, ¿quién es? —Preguntó al no reconocer el número. —Buenas tardes, señorita Thank. Soy Osvaldo Laporta, gerente general de Protecbank. —Buenas tardes, señor Laporta. ¿En que le puedo ayudar? —Realmente no entendía el motivo de la llamada. —No pretendo quitarle mucho tiempo, solo quería avisarle que se le ha hecho un depósito de 3,5 millones de dólares por parte de la prestigiosa familia Snowden. A causa de esto, hemos dispuesto de una cuenta corriente a su nombre y una tarjeta de débito black. Puede pasar a recogerlas cuando guste. —El hombre habla con extrema gentilidad, lo que provoca una mueca de desagrado en Sabrina. —Esta bien, saliendo del hospital pasaré por aya. —Responde con cierta sequedad para luego colgar a la llamada. Era indignante ver cómo cambiaba el trato cuando se contaba con dinero, días antes había solicitado una cita con ese hombre para pedir un préstamo y él se la había negado rotundamente. Él solo pensar que en la sociedad las personas valían por lo que tenían le resultaba indignante. Sin más, entró nuevamente en la habitación designada a su hermana y besó su frente con ternura, la niña, ante el gesto, abrió los ojos, mirando a su hermana mayor con una expresión confundida. — ¿Ya te vas, hermana? —La pequeña hizo un pequeño puchero —Si, tengo que ir al banco y a arreglar unos asuntos. Pero Anna vendrá cuando salga de la universidad. —Esboza una sonrisa temblorosa. —Esta bien, cuando mañana vengas, ¿podrías traer mi muñeca? —Por supuesto, mi amor. —Le acaricia el cabello —hasta mañana, y portate bien con las enfermeras y los doctores. —¡Claro que sí, hermana! —La pequeña extiende sus brazos y Sabrina corresponde abrazándola con fuerza. Definitivamente, ver a Laura sonreír lo vale todo. ¿Qué es casarse con un extraño si a cambio tiene la posibilidad de prolongar la vida de su hermana? Obviamente, no es nada. ••• Edward estaba sentado junto a su escritorio haciendo unas llamadas a los de producción para dar las instrucciones de un documental que estaban grabando, pero su mente divagaba muy lejos de ahí. Dentro de unas horas, sería un hombre legalmente casado, lo peor de todo, es que su esposa sería una total desconocida. De pronto, April entró en la oficina cargando un folder con varios documentos. Edward alzó la mirada esbozando una sonrisa torcida. Ella al percatarse que estaba al teléfono le pasó los documentos en silencio e hizo una seña con sus manos para que los firmara. Edward comenzó a formar uno por uno mientras seguía dando las instrucciones, concentrado en aquello y no en los papeles que firmaba. Él confiaba ciegamente en April. Cuando Edward terminó la llamada suspiró con cansancio, recargando su espalda contra el respaldo de la silla. April aprovechó y se sentó frente a él, manteniendo la sonrisa en el rostro sin apartar la mirada de si jefe. —¿Por qué esa cara, señorita? —Ed, saca un cigarrillo y lo enciende, dando una larga y profunda calada. —Hay tanto trabajo acumulado que me duele la cabeza. —Ya sabes que en esta fecha del año hay muchísimo por hacer y la productora a crecido demasiado en el último tiempo. Pero no es eso de lo que te quiero hablar. —Entonces, ¿de qué quieres hablar? ¿Pasó algo? —Alza una de sus cejas. —Si, pasa que acabas de firmar los documentos que te dí —su sonrisa se ensancha aún más. —Ya estás legalmente casado con Sabrina Thank. ¡Felicidades! —¿Qué? —La observa perplejo. En el fondo desea gritar, discutir, exigir que anulen este absurdo matrimonio, pero antes de abrir la boca recuerda que de no casarse, su negocio con el señor Schiller se irá al demonio. —No te hagas el imbécil, sabes perfectamente de que estoy hablando. En ves de mostrarte sorprendido deberías de estar agradecido por que resolví tu problema. —Hace un puchero mostrándose indignada. —Esta bien, April. No te enojes por eso, te estoy muy agradecido por tu ayuda. ¿Qué carajos haría sin ti? Nada. ¡Absolutamente nada, mujer! —Lloriquea dramáticamente haciendo reír a su asistente y amiga. —Eso ya lo sé, por eso me tomé la molestia de escoger a la mujer más adecuada para ti. —Del folder que tenía entre sus manos saca una fotografía. —Verifiqué que la mujer cumpliera con tus exigencias físicas. Es estilizada, de cabello largo y castaño, piel blanca, hermosos ojos miel, facciones bonitas y delicadas, voz dulce y melodiosa. Edward toma la fotografía entre sus manos y observa detenidamente a la mujer. No puede negarlo, Sabrina Thank es una mujer bellísima, totalmente de su gusto. Quizás, este matrimonio arreglado no sea tan malo como pensó en un comienzo. —Tienes razón, es muy linda. —Sonrie con el cigarrillo entre sus labios. —Claro que sí, busqué lo mejor para ti. Oh, por cierto Ed, nos vemos esta noche en la cena, recuerda que tus padres organizaron un evento familiar. —Se pone de pie y le arrebata el folder a Edward. —Felicidades por tu boda —le guiña un ojo y abandona la oficina con prisa. ••• Por la noche, Edward pasó a buscar a April y a su prometido, quienes también habían sido invitados a la cena familiar, después de todo, April se crió junto a Clara. Durante el trayecto en auto, mantuvieron una conversación amena, recordando sucesos del pasado. Alex, el prometido de April, era un hombre agradable, tenía un carisma único y le resultaba muy fácil entablar relaciones sociales. Cuando llegaron a la elegante mansión Snowden, ya estaban todos los integrantes de la familia reunidos. Los recién llegados saludaron y April se acomodó junto a Clara, quién se veía feliz de ver a su mejor amiga. Ed, beso la frente de su hermanita y de su madre, para luego saludar a su cuñado y a su padre. —¿Cómo estás hijo mío? —El patriarca abrazó a su hijo. —Muy bien papá, —le dedica una cálida sonrisa. —Quiero aprovechar que estamos todos reunidos para anunciar algo de suma importancia. —No me digas que por fin tienes una novia —dicr su madre de pronto. —Sefuro nos va a confesar que es Gay —dicw su hermana con vos alegre. —No hermanita, no soy gay, si ese fuera el caso no lo abría ocultado, no le veo nada de malo amar a alguien de tu mismo género. —Se encoge de hombros despreocupadamente. —Lo que deseo decirles es que estoy casado... —¿Qué? —Gritaron todos al unísono, a excepción de April que se mostraba sonriente. —Hijo, por Dios, dejate de bromas. —Su madre respiraba profundamente tratando de contener la risa. —Se que suena precipitado y es normal que piensen que es una broma de mi parte... Pero es verdad. Contrate a una esposa por una plataforma de internet. April es testigo de ello, pregúntele a ella si no me creen. —Bebió un poco de su copa de vino. —Edward está hablando en serio. Yo misma me hice cargo de todo. —Les dedicó a todos los presentes una sonrisa radiante. —¡¿Te has vuelto loco?! ¿Que te llevó a tomar una desición tan descabellada? Es que no entiendo cómo pudiste contratar a una mujer para que sea tu esposa, habiendo tantas señoritas interesadas en serlo sin nada a cambio. —Su padre se mostraba indignado. —Papá, imaginé que está noticia te iba a disgustar, pero es una desición ya tomada. —Suspira cansado, comenzando a sentir el peso de sus desiciones. —Un importante socio quería presentarme a su hija, honestamente no estoy interesado en ser el novio de una mujer con una pésima reputación, pero el negarme dañaría nuestro negocio, por lo que me ví acorralado y tuve que inventar que estaba a punto de casarme. —Pero hijo... —Su madre no hayo las fuerzas para discutir. —¡Felicidades hermano! —El tono alegre de Clara rompió la incomodidad del momento. —Mamá, papá, se que ustedes deseaban que mi hermano contrajera matrimonio por amor, pero de este modo tampoco es tan malo, quizás la chica nos sorprenda y ellos terminen enamorándose. —Eso es verdad, me encargué de buscar una mujer a la altura de Ed. —Acotó Abril, tratando de aligerar el ambiente. —Es un contrato que está establecidonpor un año. Se que es mucho pedir, pero apoyen mi desición. —Esta bien, Edward. —Dijo su padre para luego sonreír. —Con tu madre confiamos en ti y en tu juicio. Esas palabras aprobatorias eran todo lo que necesitaba para seguir adelante. Ahora solo faltaba conocer a su esposa y honestamente, esperaba de todo corazón no haberse equivocado en su abrupta desición.