64. La Reina que le gusta jugar con fuego
—Sí, me refiero a eso, mi collar—declaró Aelina, con su voz apenas en un susurro mientras estaba ahí frente a Valdimir.
Con pasos cautelosos, se acercó al Rey Lobo con su mano extendida temblorosamente hacia el reloj que él sostenía. Sin embargo, Valdimir, con un movimiento fluido y deliberado, alzó su mano, mientras sus dedos largos y elegantes formaban una barrera imposible de quitar. Los ojos azulados de Aelina se encendieron con una mezcla de frustración al ver que ese hombre lobo solo parecía estar jugando con ella.
—¡Esa es mi pertenencia! ¡Regrésamela! —exclamó la pelinegra a todo pulmón. Luego, volvió a intentar arrebatar el reloj, pero Valdimir, con una sonrisa que bailaba entre la diversión y la malicia, volvió a elevar su mano con sus reflejos lobunos demasiado rápidos para la joven humana.
La muchacha con el ceño fruncido y las mejillas teñidas de un rosa intenso por la indignación, respiró hondo, intentando calmarse. El aroma a sándalo y cuero que emanaba de Valdimir inun