—Donato, mejor concéntrate en tu carrera por ahora —dijo Serena con tono firme—. Cuando tengas estabilidad, entonces ya podrás pensar en casarte.
Luisa asintió de inmediato.
—Estoy de acuerdo con Serena —añadió.
Donato soltó un suspiro largo.
—Pero es que... de verdad me gusta. Nunca había conocido a una chica tan dulce.
Para que una mujer lograra conmover a Donato, no bastaba con un rostro bonito.
Después de todo, Serena, con toda su belleza, llevaba años apareciendo frente a él, y él nunca la miró con otras intenciones. Siempre la trató como una buena amiga, incluso como una hermana mayor. Eso demostraba que Donato no era un hombre guiado por la lujuria.
Serena recordó cómo se describía a esa chica en la novela original: tierna pero fuerte, alguien que florecía incluso en la adversidad. A pesar de haberse casado con un hombre que no amaba, supo manipularlo para conseguir que le asignaran un trabajo bien pagado como guardaespaldas sin muchas responsabilidades. También logró que compr