Al día siguiente, fueron a desayunar. Evan las esperaba. Tenía una sonrisa feliz, miraba a Alba que le desviaba su mirada.
—Bueno, no vamos a detener los planes de boda de ninguna manera, así que, hoy iré a la iglesia, Marisa, ¿Podría ayudarme a ir con Alba a comprar el vestido de novia?
—¡Claro que sí!
—Maravilloso.
Alba no dijo nada parecía como un zombi. Raúl la miró severo.
—Raúl, ¿Podrías llevarlas, por favor? Antes de que llegues a la oficina, y dales una tarjeta de crédito, pueden comprar lo que sea, no importa el costo.
Alba lanzó una mirada de rabia contra Evan, que él no pudo ver, incluso sus manos se volvieron un puño de ira, solo Raúl lo notó, y frunció el ceño con duda.
Antonella se quejaba de una falsa jaqueca, mientras se hacía la inocente.
—¡Ese hombre se vengará de nosotros! ¡estoy seguro!
dijo Francisco
—¡Claro que no!
—¡Cállate, Antonella! Es por tu culpa, ¿Cómo has podido vender a la virginidad de Alba al maldito Pedro Blanco?
—¡¿Qué dicen?! ¿Hiciste algo así, madr