Capítulo287
Cuando Julieta salió de la habitación de Leandro, caminó hacia su cuarto lo más rápido que pudo.

Al entrar, cerró la puerta, se apoyó en ella y empezó a llorar.

Pensaba que a ella ya no le importaba Leandro, pero resultaba que sí.

Nada más ver la interacción entre Leandro y Dalila, un dolor punzante le atravesó el corazón, tan doloroso que le costaba respirar.

Se sintió inútil, aun derramando lágrimas por aquel hombre.

Lloró demasiado. El dolor en sus pulmones vino después y el sabor a sangre volvió a brotar de su garganta.

Se tapó la boca y corrió al baño. Abrió el grifo y hundió la cara en el chorro de agua fría.

Pensó para sí: "Aún no he recuperado los restos de mamá y papá, así que no tengo derecho a llorar".

Salió del cuarto de baño y, en cuanto levantó la cabeza, vio a Dalila, que estaba en la puerta mirándola con desprecio.

El rostro de Julieta se hundió y preguntó:

—¿Qué haces aquí?

—¿A qué crees que vine? —respondió Dalila con otra pregunta.

Acto seguido, la rodeó con sus braz
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