—Tú… ¿Qué haces aquí?
Asustada por el aura de Ismael, Dalila retrocedió paso a paso hasta que finalmente y se sentó en la cama.
Ismael entró y cerró la puerta de un portazo. Miró fríamente a Dalila y no dijo ni una palabra.
—Ismael, ¿qué demonios estás haciendo? —Dalila entró en pánico debido a su mirada fija.
—Dalila, deberías alegrarte de que no golpee mujeres.
Al escuchar a Ismael decir que no le pegaría, Dalila recuperó instantáneamente su actitud anterior mientras decía fríamente:
—¿Y qué quieres entonces? ¿Quieres vengar a la puta de Julieta?
En cuanto terminó sus palabras, Ismael estranguló a Dalila con los ojos llenos de intención asesina.
—Dalila, he dicho que no le pego a las mujeres, pero no he dicho que no mate a la gente.
Después de decir esto, la liberó, cogió su pañuelo, se limpió la mano y sonrió.
—He venido a decirte que debes portarte bien o de lo contrario te mandaré de vuelta ahora mismo.
Sobresaltada, Dalila tosió violentamente:
—Leandro no lo permitirá.
—¿No?