Las cosas estaban realmente mal, Lianett estaba furiosa con su esposo por permitirles supuestamente agradecerle a Serena, los niños no sabían cómo hacer entrar en razón a su madre, Barak estaba por volverse loco y Serena cada vez se sentía más desplazada.
Julieta era la única que era capaz de hablar las cosas claras con Lianett y aunque prácticamente de la estaba tirando de enemigo debido a que trataba de defender a Serena no se daba por vencida.
—Primero mi esposo, después Kenji, siguieron mis hijos y por último tú. —Lianett negó llena de decepción. —¿Cuando vas a entender que Serena no es más que una bruja?
—¿Realmente estás segura de eso? —Gruñó Julieta. —Lia, la chica jamás ha tenido una amiga, el jødido mundo en el cual creció le enseñó que no podía confiarce de nadie. —Resopló. —Te metiste en la relación que ella tenía con Barak, hubo una rivalidad y con el tiempo ella pensó que las cosas habían quedado en el pasado y solo les gustaba molestarse.
—¿Quien en su sano juicio