TIFFANY GARDNER
—¿Entonces se lo dijiste? —pregunté en voz baja, sentada sobre la mesa de trabajo, con las piernas cruzadas y el corazón haciendo piruetas.
Oliver asintió, apoyado en la pared, los brazos cruzados, el rostro serio, pero los ojos suaves cuando me miraban.
—Sí. Le dije a Ash que soy ShadowFox.
Sentí un escalofrío recorrerme la espalda.
—¿Y de mí?
—No dije tu nombre. Ni que estás aquí. Ni que eres tú. Solo… que Rosa Negra es una hacker de otra ciudad que me debía un favor.
Solté el aire que no sabía que estaba conteniendo.
—Gracias —susurré.
—Te dije que te protegería —respondió él, dándose un pequeño impulso para acercarse—. Lo hice. Lo haré.
Nos quedamos en silencio.
La habitación estaba en penumbra, solo iluminada por el brillo tenue de los monitores en reposo.
Podía oír el zumbido del ventilador, el latido insistente de mi corazón, y el suyo… no, el suyo lo imaginaba, pero lo sentía en la piel.
Oliver estaba a centímetros.
Tan cerca que podía ver los reflejos verdes e