ASHTON GARDNER
La mañana en la oficina había comenzado como cualquier otra: reuniones, llamadas, negocios. Todo menos paz. Dormí poco la noche anterior. El sabor de su boca aún me quemaba los labios, su aroma seguía pegado a mi piel, como si el tiempo no hubiese pasado.
Estaba revisando unos informes cuando William tocó la puerta.
—Señor, Marcus Black está aquí. Dice que quiere hablar con usted.
—¿Hizo cita?
—No, señor. Pero... está bastante alterado.
Sonreí. Como una fiera herida. Sabía que este momento llegaría.
—Hazlo pasar.
Me recosté en el sillón de cuero negro, tomé el vaso de whisky que no había tocado aún y lo giré con lentitud. No bebí. Solo quería parecer relajado, poderoso... inquebrantable. Cuando la puerta se abrió, la tormenta entró con traje de hombre.
—¡¿Quién carajos te crees que eres, Gardner?! —exclamó Marcus apenas cruzó la puerta.
No me levanté. Solo lo miré como si fuera un niño haciendo un berrinche.
—Tu presencia no estaba agendada, Black. Aprende a pedir permi